#GuíaDeBolsillo: Salud Mental
¿Qué entendemos por salud mental?
La salud mental abarca una amplia gama de actividades directa o indirectamente relacionadas con el componente de bienestar mental incluido en la definición de salud que da la OMS: «un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades».
Se puede decir que está relacionada con la promoción del bienestar, la prevención de trastornos mentales y el tratamiento y rehabilitación de las personas afectadas por dichos trastornos.
¿Cómo podría afectar el VIH mi salud mental?
Casi todas las personas enfrentan alguna dificultad de salud mental en algún momento. Los mayores estresantes, como la muerte de un ser querido, el divorcio, la pérdida del trabajo o una mudanza, pueden tener un impacto significativo en la salud mental. Tener un diagnóstico de salud como la infección por el VIH, puede ser otra fuente importante de estrés.
Así es como el VIH podría desafiar la sensación de bienestar o complicar una enfermedad mental ya existente. Además, el VIH y algunas infecciones oportunistas también pueden afectar el sistema nervioso y llevar a cambios en su comportamiento.
Por ello es muy importante mantener una buena salud mental para vivir plenamente y para facilitar la adherencia al tratamiento para el VIH. En este sentido, es fundamental saber cuándo, cómo y dónde obtener ayuda, por ejemplo, a través del Programa de Salud Mental de lanzó la Fundación hace unas semanas.
¿Vives con VIH?
Sin importar si tuviste un diagnóstico reciente o si vives con VIH hace años, es muy probable que hayas experimentado alguna de estas emociones que afectan nuestra salud mental:
- Shock emocional: Cuando recibes tu diagnóstico se pueden vivir una serie de consecuencias emocionales que conllevan un estado de shock, donde ocurren reacciones emocionales muy variadas.
- Ansiedad: Probablemente comiences a presentar una profunda preocupación por tu futuro, el cual puede que veas incierto e inseguro.
- Tristeza: Tal vez sientas dolor anímico, ganas de llorar, insatisfacción y tengas pensamientos pesimistas.
- Miedo: Posiblemente sientas angustia, la cual se genera por una sensación de peligro.
- Enojo: Incluso puedes llegar a sentir mucha rabia, enojarte contigo mismx, sentirte culpable y hasta pensar que es algo que te mereces cuando ¡obviamente no es así!
En estos momentos, debes darte tiempo para asimilar lo que está pasando. Entendemos y comprendemos todas estas emociones y lo difícil que puede ser. Sin embargo, no debes olvidar que es un estado normal y transitorio, y que sí es posible reconectar con nosotrxs mismxs y nuestro bienestar.
Tiempo al tiempo
¿Cómo logro salir de ahí?
Recuerda que es un proceso, así que hay de ir poco a poco. Comienza por aceptar todas y cada una de tus emociones y dales el cuidado que merecen. No sacamos nada con negarlas, ocultarlas, hacer como que no pasa nada pues en algún momento van a volver a aparecer y no estaremos preparadxs.
Este proceso no tienes que vivirlo solx. Puedes pedir ayuda a tu red de apoyo, personas que al enterarse de tu diagnóstico sepas que van a estar para ti. Por ello, no necesariamente van a ser familiares, pueden ser amigxs, organizaciones de la sociedad civil, otras personas que vivan con VIH. Si vez que no es suficiente, busca ayuda profesional y acude a terapia si es necesario.
Otra recomendación es aprender lo que más puedas sobre el VIH. Infórmate, edúcate, empodérate de tu diagnóstico. Eso te va a dar seguridad y confianza para que continúes con todos los planes que tenías antes del diagnóstico y seguramente, para poder compartir ese conocimiento con personas que no saben mucho del VIH.
Por último, nunca olvides que si asistes a tus controles médicos y tomas tu tratamiento tu organismo no se verá debilitado, asegurando una buena salud.
Las personas seropositivas pueden vivir una vida plena y feliz
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